Vida Institucional (in)confidencias y estranhamentos

María Cristina Fulco en la Mesa de Presidentes del XXVII Congreso Brasileiro de Psicoanálisis FEBRAPSI 2019

La historia del movimiento psicoanalítico desde la creación del primer Instituto de Berlín ha estado sujeto – y lo sigue estando  a controversias, críticas, ambigüedades y en algunos casos a escisiones  de instituciones psicoanalíticas. Aún hoy a 100 años de su fundación, la polémica en relación a cual es el verdadero psicoanálisis y quien puede ser psicoanalista parece haber adquirido su máxima virulencia y el modelo originario, Modelo Eitingon, vuelve a estar en debate dividiendo las aguas entre  aquellos que desde una convicción inamovible y reivindicando el lugar de poder que les da un supuesto saber, sostienen la permanencia del modelo y los que llamando a una reflexión apuntalada en los conceptos básicos del psicoanálisis cuestionan el carácter casi sagrado en la que aquellos grupos parecen ubicarlo.

Es indudable que los avatares de la vida institucional  están fuertemente marcados y hay que contextuarlos en el momento histórico en que cada sociedad  fue creada así como en la propia historia, porque no es lo mismo integrar una sociedad psicoanalítica producto de una escisión, que pertenecer a una sociedad que desde los comienzos se ha mantenido sin efracciones hasta el momento actual. Tanto en uno como en otro caso encontramos luces y sombras que de una manera u otra hacen sentir sus efectos a nivel transgeneracional no sólo  en lo relacionado a la transmisión del psicoanálisis en la  formación de los  futuros analistas, sino también  en lo vinculado a  confrontación  entre las diferentes filiaciones teóricas, dentro de una institución,  cuando cada una aspira a tener su hegemonía, devaluando a aquellos grupos que se orientan a otros referentes teóricos. ¿Efectos de un pluralismo teórico que en lugar de enriquecer los intercambios científicos son tomados como baluartes de poder?

En el cierre  de la última reunión de Presidentes de FEPAL, en el mes de abril del 2019,  invitamos a Gerardo Caetano, historiador y político uruguayo de reconocida trayectoria nacional e internacional, con el fin de escuchar desde otra mirada la situación de nuestra América Latina en los próximos años , dado que nuestras sociedades, los institutos  y el psicoanálisis  se encuentran inmersos no sólo  en un “mundo que cambia” ,para parafrasear el tema elegido para el Congreso de Boston de 2016 , sino que el asombro como sentimiento de extrañeza, y de lo siniestro, (estranhamento) parecen ser el condimento cotidiano que invade nuestros consultorios como consecuencia de los cambios políticos, casi de “barbarie” que se vienen sucediendo en muchos de nuestros países. Cuando la realidad externa en la que el candidato y analista están sumergidos contamina de manera superlativa la realidad interna, la tarea de analizar se vuelve un muy fuerte desafío que pone a prueba no sólo a ambos protagonistas del espacio analítico, sino que también produce efectos en los diferentes estratos de la vida institucional.

El tema elegido por el historiador fue “América Latina en la Encrucijada: la profundidad de los cambios  y de las incertidumbres”. El resultado de este diálogo con Caetano fue de extrema preocupación no sólo  por los tiempos que vienen sino por la confirmación de lo que ya estamos viviendo. La pregunta que se imponía era sobre los efectos que esta realidad iba produciendo en la vida política y cultural de nuestros países pero también en la vida  institucional de nuestras sociedades y en la intimidad de la sesión analítica.

Para retomar el hilo conductor relativo a la vida institucional, me importa señalar que a mi modo de ver, una de las características de las instituciones psicoanalíticas es el contrapunto  entre el mandato ético que define a nuestro oficio en relación a la confidencialidad y a la regla de abstinencia por un lado y por otro , las problemáticas transferenciales  que surgen como  consecuencia de la natural existencia de  las llamadas  transferencias cruzadas o transferencias laterales. En el interjuego de ambas situaciones (confidencialidad – transferencias laterales) se abren diferentes vertientes, diferentes destinos transferenciales podríamos decir, que conllevan de manera latente o no tanto, a  adhesiones, idealizaciones, identificaciones acríticas , ejercicio del poder,  que llegan a veces a configurar verdaderos” guetos” y sometimientos que por su carácter Icc o Precc-Cc ponen de relieve no sólo  el “narcisismo de las pequeñas diferencias” al decir de Freud, sino que obturan  el necesario espacio de interrogación y reflexión para poder sostener la incertidumbre y habilitar al diálogo necesario para seguir pensando el futuro del psicoanálisis.

Importa también reflexionar en torno a las posibilidades de cambio y transformación de cada sociedad acompasando los cambios en el contexto social, cultural, político y económico de cada lugar.

El llamado “vértigo civilizatorio” que caracteriza a la  post-modernidad  , no viene sólo marcado  por la inmediatez ,la dificultad de introspección, y la necesidad de satisfacción inmediata que no deja lugar a la espera ni espacio a la representación, sino que también confronta con la radicalidad de los cambios en el espacio social : cambios en la familia tradicional ,  en la pareja en las nuevas formas de expresión de la  sexualidad, en las llamadas neosexualidades, en la concepción de los hijos, en las adopciones . Son estas algunas de las muchas situaciones que desafían al psicoanálisis hoy, tanto en la teoría como en la práctica, pero que también infiltran problematizando los distintos estratos que estructuran cada sociedad e instituto. A modo de ejemplo podemos interrogarnos sobre la admisión de personas homosexuales en nuestros institutos  en muchos de los cuales la homosexualidad era considerada, ¿sigue siendo?, condición sine qua non para volver imposible  la adquisición de la identidad analítica.

 El haber ocupado el lugar de Directora del instituto en mi Asociación, APU, durante tres diferentes períodos así como el haber coordinado la Comisión de Formación y Transmisión del psicoanálisis de FEPAL en los últimos 4 años, y de la IPA en un período anterior,  me estimula a volver a poner en debate alguno de los ejes que marcaron la trayectoria de nuestra comisión en los Encuentros de institutos y en los anteriormente llamados Pre Congresos.

Distintos tiempos y espacios  que nos permitieron, ir  conociendo  problemáticas de la vida institucional desde el vértice de los criterios con que los diversos institutos pensaban la transmisión y formación de los futuros analistas y el lugar que las diferentes problemáticas ocupaban en la vida institucional.

Las estructuras de poder son inherentes a la organización de la vida de las instituciones. La forma en que se ocupan los lugares directivos es inherente a la ética de sus integrantes. “Cuando quien lo dijo importa más que el contenido y el sentido, entramos en la pendiente peligrosa de alianzas tribales, de fabricar adeptos  más que seres pensantes. (Marcelo y Viñar 1976).

Ser conscientes de la zona de tensión entre las normas necesarias que estructuran el devenir institucional, normas pensada como pactos y acuerdos  entre sus integrantes  para diferenciarlas de la noción de mandamiento, que alude a lo sagrado y a la presencia de los dioses (“¿Seniors?”) y que conlleva el imperativo y la exigencia de sujeción ,es algo a tener presente en el ejercicio cotidiano de nuestro oficio , tanto en la privacidad e intimidad de la sesión analítica como a la hora de ocupar lugares institucionales .  Porque lo instituido si cobra este sentido de lo sagrado, en la medida que   sólo requiere sumisión acrítica,  excluye  cualquier posibilidad de interpretación Se trata de un desafío permanente para las diferentes áreas que componen una institución psicoanalítica, ¿cómo articular una necesaria pero mínima verticalidad con una imprescindible horizontalidad que permita  una retroalimentación permanente y enriquecedora favorecedora de una escucha mutua?… La reflexión compartida sobre las dificultades  de las tareas en el grupo endoinstitucional, y la participación en simposios y congresos que permitan confrontar la experiencia local con las vecinas y distintas, de otras regiones de FEPAL y de la IPA,  es una manera de poder tramitar las dificultades inherentes al devenir institucional en cada lugar. Entiendo que para que esto suceda, es necesaria la  reflexión compartida que habilite la participación de las nuevas generaciones. La institución que deja afuera o excluye la palabra de los candidatos y la escucha de sus diferentes  perspectivas , el debate y la controversia, corre el riesgo de anquilosarse y empobrecerse en una repetición de estándares y normas, de reproducción de lo mismo ,que ha fuerza de repetirse se van vaciando de contenido. Una institución que no habilite espacios de cuestionamiento periódicos (como por ejemplo son  lo son las Jornadas institucionales y las Jornadas del Instituto) pierde la oportunidad de sostener una trama viva y encarnada y la posibilidad de pensarse como institución.

Lo público y lo privado en el espacio institucional

Las instituciones  analíticas y sus institutos  tienen una forma de funcionamiento que remite al grupo familiar  originario. Las pasiones se desplazan a la “familia analítica”   bajo forma de amores y odios que comprometen lealtades, la sustitución de los ideales por  idealizaciones , posturas acríticas que, al instalarse  sin posibilidad de reflexión en la institución  , así como  sin posibilidad de análisis  en el espacio de la sesión, pasan a invadir las diferentes áreas institucionales: luchas por el poder, el prestigio  apuntaladas en rivalidades ciegas. En el caso de la Transmisión, ambos integrantes de la dupla están comprometidos, y el desafío convoca  particularmente al analista en sus trampas narcisistas.

Es un hecho constatable el lugar que ocupa la tradición  en la consolidación identitaria  de una comunidad, en este caso la analítica .Mucho se ha escrito en relación al par dialéctico tradición y cambio, tradición e invención (Calibán), tradición –traición. Cuando una institución se apuntala fundamentalmente en el primer término de este par dialéctico (tradición), sin tener en cuenta el entorno cambiante en el que está instalada, es evidente que el riesgo de anquilosarse, trae como consecuencia, su incapacidad de tolerar las necesarias diferencias  en el intramuros y la falta de atractivo y de capacidad de entusiasmar no sólo a sus integrantes sino también al entorno social y cultural en la que está inmersa. Green se refería a los daños colaterales que produce la rigidez del “estuche” (encuadre), cuando las convenciones (tabúes y preconceptos) limitan la flexibilidad necesaria  para permitir el surgimiento de la creatividad y los cambios.

Para finalizar, tomaré 2 aspectos de la Plataforma enviada a todos los Ptes. de Fepal en la que decía “…es de nuestro interés continuar incrementando la comunicación y participación de la membrecía en las actividades y proyectos de las diferentes áreas de nuestra Federación con el objetivo de seguir acortando distancias entre la membrecía y la directiva, reforzando así la participación directa y el sentido de pertenencia… mantener el diálogo continuo con todas las sociedades e Institutos, de modo de poder sostener un feed-back que nos permita seguir conociendo los intereses, inquietudes y problemas que interpelan desde los diferentes lugares a los psicoanalistas de nuestra región Latinoamericana.”

Es en este sentido que el  tema elegido para nuestro próximo Congreso de FEPAL 2020, ha surgido de las propuestas solicitadas por la C Científica de FEPAL a todos los Directores Científicos. Las respuestas recibidas fueron múltiples y entusiastas. El tema finalmente elegido entre todos, como Uds. saben ha sido FRONTERAS. 

Tema que abre en abanico los múltiples ejes que estructurarán el Congreso. La polisemia del término que en su sentido originario alude a fronteras geográficas, como zona que separa pero que al mismo tiempo une; que discrimina territorios, etnias, tradiciones, religiones, puede pensarse como una metáfora de la interna de nuestras instituciones , de nuestro oficio, de nuestro trabajo en la interdisciplina, del pluralismo teórico, si pensamos en la inconmensurabilidad de las teorías que sostienen nuestros paradigma, pero también en sus “zonas de cruce”.

La inmigración ya no es un problema de la IPA en Europa sino que también es una realidad de nuestro continente, empezando a generar cambio en nuestras sociedades y en nuestra cultura. El malestar,  producto de regímenes  políticos caracterizados por la violencia del día a día, la discriminación, la pobreza, el racismo toca a la puerta de nuestras instituciones, llega a la intimidad de nuestros consultorios. ¿Cómo reciben nuestras sociedades psicoanalíticas a los analistas exiliados, a los candidatos exiliados, a esos “extranjeros” que despiertan muchas veces sentires paranoides: ¿ son semejantes o enemigos?

El lugar de la población afrodescendiente en muchos de nuestros países, el de la población indígena en los países del Pacífico, nos interpelan,. Podríamos preguntarnos  sobre  el porcentaje de población afrodescendiente e indígena que integra nuestras sociedades psicoanalíticas y accede a nuestros consultorios. ¿seguiremos sufriendo y “actuando” los efectos de las antiguas “rutas de la esclavitud” y del colonialismo?  ¿Estaremos trabajando acaso únicamente con las clases altas y adineradas de nuestras sociedades?

En la Mesa redonda del Observatorio Psicoanalítico de Febrapsi, una de sus participantes nos trasmitía una pregunta que le fue hecha por una persona afrodescendiente y que  nos conmovió profundamente: “el Psicoanálisis ¿es para los blancos?”.

Son temas estos que nos desafían y nos convocan a la hora de ir planificando la Hoja de Ruta que debe transitar el psicoanálisis hoy.

María Cristina Fulco

Presidente de FEPAL

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