El grupo de estudio
en formación Psicoanalistas en la Comunidad comparte el objetivo de reflexionar
sobre lós mecanismos que puedan
contribuir a la creación y el apoyo de vínculos adecuados para el cuidado de la
vida, centrándose en la lucha por la pertenencia y el reconocimiento social. En
este sentido, valoramos los grupos y organizaciones en los que se desarrolla la
vida (familia, escuela, hospital, vecindarios, clubes, prisiones, juegos, redes
sociales, organizaciones del tercer sector, la calle, etc.), proporcionando
nutrientes adecuados que provienen de la investigación y experiencias con
diferentes comunidades en América Latina.
Hoy, frente a los acontecimientos en Argentina –
en un caso, un joven muere a causa de los golpes recibidos de otros jóvenes; en
otra área, un joven también es atacado por otros jóvenes y termina
hospitalizado -, nuestro grupo desea reiterar la importancia de estar presente
en la comunidad e integrarse con las políticas públicas de salud mental
vinculadas a la atención y la prevención. Nos gustaría contribuir con algunas
ideas por las que hemos estado luchando desde la práctica en la comunidad
territorial.
Son los procesos de fragmentación social los que
nos unen y nos ponen en contacto directo con la formación de la subjetividad y
sus vicisitudes, en contextos de vulnerabilidad social. Estos son individuos
marcados por el sufrimiento causado por la exclusión de la escena social, de
modo que asumimos que existen obstáculos importantes para los procesos de
simbolización en su mundo interno. El empobrecimiento de sus recursos
simbólicos, que pueden anidarse en cualquier actor y / o sector social, tiene
consecuencias indeseables para la misma sociedad y sus instituciones, para el
sujeto de la acción, así como para el que lo recibe.
Muchas investigaciones han defendido que el
exceso de experiencias subjetivas de carácter traumático puede provocar
desarrollos interrumpidos o adulterados, de tal manera que el sujeto puede
perder la posibilidad de confiar en el otro y en sí mismo. Sin la presencia
vital que se espera del “otro”, las demandas legítimas del sujeto no
cuentan con aquellos que se acomodarían y responderían adecuadamente, en
medidas que sean soportables para la subjetividad en construcción.
Otras investigaciones nos informan que, en las
comunidades, a menudo hay desacuerdo de expectativas, debilitamiento de la
autoridad, presencia de legalidades paralelas, demandas no reconocidas, daños
sin reparación, ocultamiento y mentiras. Todo esto produce un tipo de
sufrimiento que, en general, no se puede expresar como tal, si no hay
dispositivos para desarrollar la (re) construcción de la comunicación y el
pensamiento.
Como psicoanalistas, también somos parte de la
comunidad y sus procesos de comunicación en el sentido más amplio, invitados a
trabajar para amortiguar los hechos, las experiencias y los sucesos donde está
presente la “crueldad masiva”. Podemos fortalecer nuestro trabajo
para prevenir las diversas formas en que se manifiesta la crueldad. Hoy ya
hemos identificado interacciones que promueven la violencia.
La especie humana, con conmociones emocionales y
cognitivas y agitación después de muchos siglos de evolución, ha logrado
construir recursos para amortiguar sus propios impulsos destructivos y
autodestructivos y mejorar su capacidad de respuesta a través de la empatía.
Cuando no es así, no podemos abandonar el pensamiento de responsabilidad
social. Cuando esta capacidad se bloquea por alguna razón, es posible que
aparezca crueldad donde no hay un vínculo humanizado o personas que puedan
humanizar a los que han sido deshumanizados.
La crueldad es una acción que genera sufrimiento
y dolor en el otro, es sinónimo de impiedad y ferocidad. Hoy, la comunidad
necesita lidiar con su propio dolor y el de los demás, porque si se distancia
de lo que registró o no registró, estamos en problemas, porque el desarrollo,
el crecimiento y la simbolización se interrumpen.
Trabajar con la comunidad requiere humildad para
incorporar diversos conocimientos y profesionales de otras disciplinas y una
reflexión permanente sobre las ideologías que cruzan las prácticas de todos los
actores sociales.
Isabel Mansiones : coordenadora
Eliane Marcellino : co-coordenadora Cristina Curiel : secretaria