Inquietudes Contemporáneas: Observatório Psicanalítico Febrapsi

Arriba: video sobre la muerte de un modelo en un desfile de modas (São Paulo Fashion Week), punto de partida del debate

Por Beth Mori (SPbsb) y Joyce Goldstein (SPPA)

Diariamente, somos invadidos por las noticias de la sociedad en que vivimos. Los medios de comunicación (impresos o digitales) están ahí para informar (algunas veces desinformar), comentar, analizar, los hechos del día. A pesar de que nos apartemos de la inundación de noticias, nuestros pacientes nos traen, aquí y allá, cuestiones dolorosas de nuestro contexto brasileño y mundial que atraviesan sus/nuestras vidas. Y que muchas veces nos arrasan por la incapacidad de amar al otro, el diferente. Racismo, misoginia, homofobia, xenofobia, persecución política, son manifestaciones de esta condición humana contemporánea.

Nuestra vida en sociedad se presenta escindida, fragmentada, con actuaciones violentas de ataque al otro. Valores nada solidarios son protagonizados, pautados por la injusticia social. Temas políticos, económicos y sociales, oriundos de estas situaciones, emergen frecuentemente en el setting analítico. Nuestra intimidad psíquica está amenazada por la hostilidad.

El mundo en que vivimos clama por reflexiones que puedan contribuir a su transformación. La vida pide “mirada” y “escucha” o sea, cuidado clínico. Nosotros, psicoanalistas, herederos de la tradición freudiana, somos convocados a responder la pregunta: ¿Es posible cuidar del psiquismo del sujeto sin tomar para nosotros la tarea de tratar al mundo?

Nuestra clínica, laboriosamente desarrollada en el ámbito de nuestros consultorios, necesita abrirse al mundo que golpea nuestra puerta. Precisamos lanzar nuestra mirada psicoanalítica para el que está “allá afuera”, en busca de comprensión y volver presente al psicoanálisis en las cuestiones de la sociedad y del mundo, y de nuestras instituciones.

He aquí donde nace la idea del Observatório Psicanalítico Febrapsi. Desde abril de 2017, 106 textos-ensayos fueron escritos y puestos a disposición en el sitio y en el Facebook de la Federação Brasileira de Psicanálise y consolidados en 3 publicaciones.

En el XXVII Congresso Brasileiro de Psicanálise, realizado en Belo Horizonte entre el 18 y el 23 de junio pasado, el OP – coordinado por Beth Mori, Joyce Goldstein e Rossana Nicoliello –  estuvo presente en una muy buena mesa cuando experimentamos “en vivo” un debate sobre nuestras Inquietudes Contemporáneas.

Para iniciar la conversación, partimos de un video-estímulo que circuló por internet, sobre la muerte de un modelo en un desfile de modas (São Paulo Fashion Week). Este acontecimiento es comunicado por el rapero Rico Dalasam, que nos hace pensar sobre la sociedad del espectáculo en la que vivimos. Quedamos sin saber si se trata de una performance o de una denuncia.

El público presente llenó una de las salas grandes del evento, reafirmando el interés de los psicoanalistas brasileños por el Observatório Psicanalítico.

Colegas que integraron la mesa dialogan a partir del video presentado. Siguen algunos puntos del debate:

Wania Cidade (SBPRJ)

Un modelo muere súbitamente en el escenario, todos se quedan estáticos: la producción, el público, los colegas, que continúan trabajando, recorriendo la pasarela como si nada hubiera pasado. Rico Dalasam reacciona:

Me llamaste porque quisiste, me llamaste porque quisiste, no era para nadie estar aquí, el joven acaba de morir y ustedes estando aquí como si la vida no valiese nada! Mientras que los ricos no lamenten la muerte de los negros, de los blancos y de la humanidad de las personas la agonía va a estar en la almohada de todo el mundo (…).

Rico Dalasam es un hombre negro, compositor, rapero y cantante, es también un representante de la comunidad LGBTQ+. Tengo la impresión de que su negritud habló alto en su protesta, que su ancestralidad estuvo presente en el desfile de la 47º Edición de la São Paulo Fashion Week, que su condición de “ser” hizo que se manifestara. En un escenario en el cual los cuerpos son desubjetivados, dando lugar al producto, “a la cosificación”, Dalasam me evoca la memoria de los cuerpos negros, desnudos, igualmente desubjetivados, atravesando calles y ciudades, bajo el sol, la lluvia, el rocío, prontos para ser vendidos como mercancía. Dentro de la lógica del omnipresente “mercado”, en la cual el show no puede parar, las vidas no valen nada. Históricamente, conocemos escenas como la de la Fashion Week desde la era de Cristo, cuando Poncio Pilatos lo condena a muerte, lavándose las manos, y dejando a la población la decisión de su destino. En la masa, los inconscientes agenciados por el “mercado”, destituyen al ser de su humanidad al servicio de un líder (el mercado) que homogeneiza y elimina completamente las diferencias. Sin rostro, sin alma, sin ser, los cuerpos vagan sin afectar a los que los asisten, ahora importan los dientes, la fuerza, los músculos, ahora las ropas, la moda. Y así, en una cultura en que lo extraño, la extranjería y la alteridad llevan a la diferencia, somos convocados a pensar lo que podemos cambiar en nosotros para alterar esta realidad. Veamos aquí, en el Congreso, en esta sala: ¿cuántos negros tenemos en la platea? ¿Cuántos en esta ronda de conversación, solamente yo? ¿No parece extraño y al mismo tiempo familiar? La fuerza de la represión es tan grande que permanece la naturalización en este estado de cosas. El hecho de que esto no se convierta en una cuestión entre nosotros, que somos parte de una población cuya mayoría es de negros, ¿no es un problema para que piense el psicoanálisis? El hecho de no haber negros sentados en las poltronas de psicoanalistas ni tendidos en los divanes de los analizandos, ¿no es una cuestión para que piensen los psicoanalistas y sus instituciones? Me parece que el silencio en torno a este asunto es de la misma naturaleza que la indiferencia del público a la muerte del modelo siendo que, en el caso de la negritud, esta indiferencia no es circunstancial pero forma parte de la estructura de nuestro país, es más amplia, directa y nociva, una vez que opera en todo el universo económico, político y social, manteniendo la jerarquía de valores donde las personas negras no importan. Se mantiene así la propia máquina y los mecanismos que impregnan toda la sociedad, garantizando que esta estructura se mantenga inalterada. No… no puedo creer que la agonía esté en la almohada de aquel sector de la sociedad que niega todos estos hechos, tampoco puedo creer que la escena del video de la São Paulo Fashion Week haya impactado a todo el público que estuvo allí, en la diferencia se mantienen el estado narcotizado y el narcisismo que roba nuestras posibilidades de vida colectiva, de multiplicidad, de las productivas y variadas experiencias. El mundo queda infinitamente menor, empobrecido y triste.

Elisabeth Cimenti (SPPA)

Para comenzar quiero decir que desisto de leer el texto que escribí, con muchas citas y autores. En verdad, ya lo estaba pensando por ahí y al escuchar el discurso de Wania, tan vivo, tuve la certeza. ¡Se trata de una escena de gran impacto! Despierta muchos sentimientos y, no por casualidad, reproduce una situación de indiferencia e invisibilidad, comunes en nuestro día a día. Rico Dalasam, caminando por la pasarela a contramano del sentido por donde pasaban los modelos con su performance impecable, él a los gritos, en un llamamiento a no ignorar la muerte de un joven que ocurriera allí mismo, poco tiempo antes, lo pone en el sentido inverso a lo establecido, al establishment. De hecho, como bien apuntó Wania, el hecho de que él sea un joven chico negro, comprometido con la causa negra, hace como que acusase esa invisibilidad tan repleta de desmentida. ¡Él sabe lo que eso significa! Pero existen también otras formas de invisibilidad, además de esta, igualmente muy dolorosas: la del indio, la de las mujeres como sujeto de deseo y, principalmente, la de los pobres. ¡Estos representan un alto grado de invisibilidad y sufren una aguda indiferencia! E, incluso sabiendo que en la pobreza los niños son siempre los más penalizados por la falta y por el sufrimiento, sigue la indiferencia. Los niños vagan por las calles, por las instituciones que reproducen los maltratos que ya sufrieron en sus cortas vidas familiares y que nadie las ve. Nada se hace por parte del gobierno para cambiar sus condiciones y todo permanece invisible, sin inconvenientes, sin que nadie se detenga a mirar. Así, sigue el desfile en la vida, en una sucesión perfecta. Me pregunto: ¿Dónde estará nuestra…? No, en verdad, ¿dónde estará mi Antígona? La Antígona de cada uno de nosotros. Era eso. Gracias.”

Marion Minerbo (SPBSP)

“Con el texto El malestar en la cultura, Freud inaugura un método para interpretar las figuras del sufrimiento existencial, consustanciales a una época y lugar. El argumento es simple. Para que una cultura se establezca y se torne hegemónica, precisa amputar algunos sectores de la vida. Esa amputación produce sufrimiento existencial. Las partes amputadas retornan como síntomas – individuales y sociales. La interpretación de esos síntomas permite reconocer la parte que fue amputada y que está haciendo falta. Estas ideas fueron desarrolladas por Fabio Herrmann en Psicanálise do Cotidiano.

Hay síntomas simpáticos, como la actual onda gastronómica o la gourmetización de la vida. Un psicoanalista se pregunta: ¿por qué la gastronomía está de moda? ¿Cómo interpretar ese fenómeno? ¿Cuál sería el sufrimiento existencial producido por nuestra cultura que se manifiesta a través de ese síntoma? La gourmetización de la vida puede ser interpretada como tentativa de introducir alguna trascendencia de lo cotidiano. Ella revela que nuestra sociedad excesivamente materialista amputó justamente los espacios de trascendencia, lo sagrado y el arte.

Pero hay síntomas macabros, como la masacre de la escuela en Suzano, en marzo de 2019. Por la fecha, el crimen parece ser una conmemoración de los 20 años de la masacre de Columbine. Todo indica que la motivación era la misma: quedar en la memoria de todos gracias a la súper-exposición en los medios de comunicación. ¿Cómo interpretar ese fenómeno? La sociedad del espectáculo, la visibilidad se transformó en un valor: cuanto más apareces tú, más vales y, cuánto más vales, más apareces. En esta lógica, la invisibilidad equivale a una muerte en vida. Aunque lleve a la muerte, la masacre tiene la motivación de garantizar la visibilidad de sus autores. Esa interpretación del fenómeno revela algo que nos afecta a todos nosotros, que vivimos en la cultura del espectáculo: el pavor de la invisibilidad”.

Marina Bilenky (SBPSP)

“El preconcepto de cada uno. En enero, escribí un texto donde analizaba las declaraciones iniciales de Damares Alves y su postura ambigua que mezclaba ideología religiosa con las posiciones de una ministra de un gobierno laico. Apuntaba a que mucha cosa queda afuera cuando se mira la realidad a través de lentes tan estrechas.

Al escribir, pude percibir que mi propio discurso estaba siendo influido por mis emociones del momento y reescribí el texto procurando ser más reflexiva. Después de algún tiempo, más distanciada, quedó claro que mi tentativa había sido apenas parcialmente exitosa y que la elección de palabras revelaba mi preconcepto en relación a las posiciones de la ministra. Las ideologías y preconceptos presentes en el medio cultural nos formatean sin que lo percibamos desde el nacimiento.

Ese asunto me interesa particularmente porque considero una cuestión ética fundamental del psicoanalista la disposición para oír al otro en su alteridad más radical. ¿Cuánto es posible percibir y apartar los preconceptos y la visión del mundo particular para realmente escuchar al otro? Y, cuándo estoy con el diferente, ¿será que escucho lo que él me dice o estaría rellenando su discurso con sus propios significados?

Arendt afirma en “¿Qué es la política?” que “…ningún hombre puede vivir sin preconceptos, no sólo porque no tendría inteligencia o conocimiento suficiente para juzgar de nuevo todo lo que exigiese un juicio suyo en el curso de su vida sino porque tal falta de preconcepto requeriría un estado de alerta sobre-humano”.

Hay muchos ejemplos en que reproducimos situaciones sociales y actuamos el preconcepto sin consciencia, hasta incluso en situaciones que van contra nuestro interés personal. Pero, cuando somos blancos de preconceptos, el ataque es sentido en las vísceras y lo identificamos mucho antes de poder pensar al respecto de la situación.

Es muy difícil pensar fuera de nuestra perspectiva ideológica. Y nosotros, psicoanalistas, precisamos rever nuestros conceptos y teorías históricamente fechadas para de hecho acoger al diferente, al nuevo, ese otro que nos perturba, nos desconcierta y retira nuestras certezas.”

Sergio Nick (SBPRJ)

“El Silencio y el Clamor para la Transformación”. #osilenciodosinocentes. Así representó un amigo crítico al silencio al que muchos electores del Mesías se llamaron. Hay explicaciones diversas para eso. Unos estarían esperando la guiñada en la economía para entonces poder decir que tenían razón. Otros no querrían alimentar una polarización política por razones diversas. Otros, arrepentidos, tendrían dificultad de enfrentar las duras críticas y el odio presente en muchas manifestaciones de la oposición. Y agregaría que hay otra forma de encarar este debate: la impotencia de todos ante el imperio de las grandes corporaciones, tan bien descritas por pensadores diversos. Enemigo invisible, impalpable y, al mismo tiempo, con un poder enorme y casi imposible de ser enfrentado. Son ellas las que dictan los rumbos de nuestras vidas; gigantes incorpóreos, pero con enorme capacidad para regir la economía, la política, la cultura y todo lo que está en nuestro entorno.

Pienso que el Observatorio Psicoanalítico (OP) existe como un bálsamo en la vida de muchos psicoanalistas, en la medida en que nos une en una esfera de reflexiones y debates que, insisto, carece de la presencia más activa de los llamados ‘inocentes silenciosos’. Es con esa intención que abro los debates con una pregunta: ¿Quiénes son nuestros enemigos?

Mi primera respuesta sería: todos aquellos que de alguna manera se oponen al Proyecto Humanista. Pero, ¿quiénes serían los psicoanalistas que se opondrían a tal proyecto? Creo que muy pocos. Si la hipótesis fuera que el gran enemigo son las grandes corporaciones, ¿de qué serviría pelear entre nosotros? ¿O hablar apenas para nosotros mismos? Sí, ¡serviría para mantenernos unidos y así mantener encendida la llama de la esperanza! Y para desahogarnos y expresar nuestras angustias, miedos y odios. ¡Sí! El OP sirve para eso y mucho más.

En tanto que la cultura contemporánea nos puede apartar de lo que tenemos de más humano, el OP nos aproxima y nos une en la posibilidad de compartir entre nosotros ideas y pensamientos que nos son muy queridos.

La pregunta siguiente sería: ¿Cómo darle voz a los silenciados? Si el mejor paradigma para el psicoanálisis del siglo XXI es el de la complejidad, carecemos, en el OP, de esas voces. Ellas, hoy silenciadas, representan una parte forcluida de nuestros debates. Ellas nos brindarían ideas no presentes y ampliarían el alcance de nuestros debates complejizándolos.

Y aquí retorno a una de las tesis que me gustaría debatir con ustedes: si son las grandes corporaciones las que deciden nuestros destinos –incluyendo aquí la declaración del PT-, deberíamos buscar disminuir al máximo la polarización política, pues serviría apenas para que ellas sigan dominando.

Esta tesis, mucho mejor presentada por muchos pensadores sociopolíticos, saca a la luz la idea de que ambos, los representantes de esa polarización, desearían un Estado de Bienestar Social, discutiendo sobre la mejor forma de alcanzarla. Aún inspirado en varios autores, yo diría que muchas de las emociones (presentes o ausentes) en nuestros debates son reacciones frente a la impotencia que sentimos  delante de tales ‘gigantes invisibles’. ´

Así, ¿cómo enfrentarlos? ¿Serían los ‘chalecos amarillos’, en Francia, una respuesta? ¿O deberíamos inspirarnos en organizaciones del Tercer Sector, como Greenpeace, Amnistía Internacional, Médicos Sin Fronteras?”

Renata Zambonielli Nogueira (SBPSP)

“Entre las formas sintomáticas de lectura de la realidad que se hicieron presentes en la posmodernidad, analizo autoverdad y banalización del odio.

En estos fenómenos, se descentra el valor del contenido de aquello  que es dicho para el cómo se dice: lo que es dicho de forma elocuente adquiere valor de verdad; a lo que es dicho de forma irreverente o transformado en “meme” se le destituye el valor de odio que conlleva.

Se trata del desplazamiento del valor simbólico de la palabra y de la ética vehiculizada por la palabra para la estética del acto de decir. Por esa lógica, la intervención de Dalasam gira en falso. Su habla elocuente vehiculiza una ética, pero es captada apenas en su dimensión estética y el público aplaude una performance. Veamos otra escena.

‘- Es que él tiene ese estilo bruto de hablar (…). Pero no quiso decir esas cosas. (…) se deja llevar, porque es muy honesto (…) no mide las palabras como otros políticos, siempre pensando en lo políticamente correcto, en lo que la prensa va a decir. A él no le importa (…), dice lo que piensa y punto, más no es homofóbico. (…). Es su forma de ser’. Mientras la clase política es percibida como corrupta por naturaleza, Jair Bolsonaro se singulariza por su autenticidad. No importa el contenido de aquello que dice: la estética de su acto de decir es tomada por ética. El resultado, en la cultura, es una anti-política:  el Yo rechaza el debate de ideas, se desentiende de esa dimensión de la realidad y asume la posición de quien asiste a un espectáculo.

Ofrezco una tercera escena, un espectáculo de danza contemporánea. Los actores se sientan alrededor de una mesa. Comen, beben y entablan una conversación banal: pobres, negros, gays y nordestinos son blanco de ridiculización. Uno a la vez, los actores se levantan y caminan al encuentro de un hombre negro. La danza de a dos representa la tortura: su cuerpo es golpeado, pisado, manipulado exhaustivamente. Al final, el cuerpo sin aliento del hombre negro vehiculiza demasiadas equivalencias con la realidad. El público se incomoda: aplaudir el arte también significaría aplaudir la tortura, el odio de clase, los vestigios de la esclavitud. El arte fue capaz de desalienar y re-implicar el Yo.”

Silvana Rea (SBPSP)

“La película – estímulo enviado por OP es un collage surrealista. Collage aquí entendido de forma doble: por ser algo que no tiene un espacio ‘entre’ y también por ser expresión princeps del lenguaje del surrealismo – un montaje que hace que la escena sea algo más allá de lo real imaginable. Asistimos al collage de la muerte del modelo, de aquel que denuncia la negación o banalización de la muerte, y de la platea que apoya su denuncia pero al mismo tiempo la niega, porque la trata como parte del espectáculo.

Hace pensar en Guy Debord y la sólida producción y difusión de imágenes que lleva a la mezcla del mundo real y la esfera imaginaria, produciendo la falsa conciencia y la alienación de su alienación y de la realidad en favor de la imagen. Donde todo es escena, se pierde la capacidad de reflexión.

Vivimos en un mundo de hiper visibilidad que destruye las zonas de misterio, creadoras de la experiencia del otro como el desconocido a ser conocido (Byung-Chul Han).

Condenados a ser imagen, nuestros aspectos identitarios quedan líquidos (Bauman), sujetos a una ética permisiva y centrada en el placer individual. La cultura del entrenamiento o hiper consumo se afinan con la intolerancia a la frustración y la excitación del goce.

Por la lógica del consumo, el modelo que muere cuando desfila es una mercadería descartable: se quebró, cambió.

Aquí, la incapacidad de entrar en contacto empático con el otro, la negativa de reaccionar al sufrimiento del otro. Un comportamiento deshumano o indiferente ante el otro como una fuga del dolor, que puede ser insoportable del punto de vista del narcicismo.

De la defensa narcisista interesa la desubjetivación del otro: la muerte es del otro, no es asunto mío, no alcanza a mi propia mortalidad.

Bollas habla del vacío moral creado por una escisión que impide la libertad representacional y asociativa. Las palabras, como significantes, no tienen posibilidades de libre conexión. Por el contrario, el funcionamiento psíquico queda determinado por conexiones no simbólicas, que hacen que la mente funcione de una manera simplificada y violenta.

Son estas conexiones vacías que promueven la negación y la aniquilación del otro. Y nos llevan a los riesgos del acto puro y de la pura barbarie.”

Daniela Boianovsky (SPBsb)

“Ochenta tiros rasgan nuestra alma. Angustiados, testimoniamos una ráfaga de odio en aquel –y por aquel- que está descompuesto en su humanidad.

Anestesiada en su capacidad de sentir, o tomada por el mismo odio, parte de la población asume como natural lo que le debería ser extraño y aterrador: vida y muerte son banalizadas. Ochenta tiros que no paran de sonar y que continúan matándonos, abriendo aún más la herida que sangra desde los orígenes de nuestro país.

Imagen de la barbarie autorizada y ahora estimulada en nuestras calles, asistimos a vivimos una eliminación sumaria de un ciudadano negro considerado sospechoso por soldados del Ejército en la ciudad de Rio de Janeiro. Ejemplo de la violencia practicada por el propio Estado, heredera de una dictadura que no tuvo sus actos y sus actores debidamente juzgados y criminalizados.

Desde los sótanos de esa misma dictadura, asumiendo el liderazgo del país, sobre el escenario un personaje que destila su reserva de crueldades y resentimientos, que expresa su aversión al conocimiento, su rechazo a la alteridad y a la ley. En la pasión que cultiva por la ignorancia, desconoce el país, hace de la presidencia una broma tiránica e irresponsable, una extensión de sus propias demandas narcisistas y perversas. En este escenario donde el telón se abre para el odio y para la destrucción, desfila con fuerza la Pulsión de Muerte. Nuestro pacto social agoniza.

Buena parte de la población es seducida por la promesa de liberar de sus sótanos insalubres los “demonios” que allí estaban apresados; manifiesta su identificación con el discurso racista, misógino, homofóbico, con la práctica de la criminalización de la pobreza.

En las calles, el país grita su dolor, pero también acoge la marcha de aquellos que claman por el derecho a la capacidad de pensar y de existir en toda su diversidad.

Estamos divididos, asustados con la polarización que amenaza tragarse al país. Nuestra lucha es por la integración de las pulsiones de vida y muerte, es poder transformar el caos en potencia creadora capaz de construir alternativas al oscurantismo que se instala en nuestro país.”

Anette Blaya Luz (SPPA)

La mesa del OP durante el XXVII Congresso Brasileiro de Psicanálise de BH buscó reproducir “en vivo y en Colores” los intercambios que tienen lugar en el OP a lo largo de varios días. Aunque, con tiempo reducido, la mesa fue muy exitosa en su propuesta.

El propósito del video sugerido, que demuestra la invisibilidad y la desmentida de la muerte del joven –colega de desfile- de los demás que seguían desfilando como si nada estuviese pasando, me sugirió la siguiente asociación: una experiencia “Extraña” que tuve al visitar el Senado Federal, para tratar el combate al Proyecto de Ley que busca la Reglamentación del Psicoanálisis.

Después de muchas horas de “chá de banco”[1], conseguimos conversar con algunos senadores. El relato que hago aquí fue a propósito del Proyecto de Ley que autoriza a la policía a confinar por 90 días o más usuarios y/o traficantes de drogas, sin derecho a oposición. El Estado, con esa ley, tendría el derecho de “sacar de circulación” a quien estuviera usando o portando alguna droga ilícita. Aunque fuera en pequeñas cantidades.

Buscando alternativas más útiles y respetuosas con el individuo, propuse medidas profilácticas que podrían ser más lentas para alcanzar resultados, pero que serían ciertamente más eficaces pues, arrestar a alguien que está usando alguna droga y dejar esa persona involuntariamente confinada por 60-90 días, sólo empeora la situación, en mi opinión.

Argumenté con el Senador que la creación de guarderías donde los niños pudieran estar bien cuidados mientras sus madres estuviesen trabajando sería una alternativa, junto con escuelas de turno integral. Para mi sorpresa y espanto, el Senador me respondió así: ‘mi querida, ¿la señora cree que hablar de drogas para bebés de guardería va a servir de algo? Lógico que no. Los niñitos no saben lo que son las drogas, por lo tanto su sugerencia no sirve.’

Sentí una desesperanza enorme, pues aquel senador de la república no conseguía entender la dimensión de lo que yo sugería y su respuesta era tan absurdamente concreta que desalienta a cualquiera a intentarlo de nuevo. Igualmente intentamos, pero fue como conversara con una muralla.

Urge que los brasileros sepamos escoger mejor a nuestros políticos, de lo contrario, estaremos en las manos de incapaces como este que nos recibió. ¡Eso es muy desalentador!”


[1] NT: esperar sentado

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