Entrevistas a los 7 Representantes de América Latina en el Board de la IPA – Laura Veríssimo

1 – ¿Qué significa para usted ser un representante de América Latina en el Board de IPA y cuál es la importancia de la comunicación entre los representantes y FEPAL?

Significa una oportunidad: la de llevar a un mundo, por ahora poco conocido para mí, algo de  lo que puedo afirmar que conozco bien: la vitalidad creativa del psicoanálisis en esta sufrida Latinoamérica.  Cuento con mis pares del Board, tanto con aquellos con experiencia como los que, como yo,  recién ingresamos para pensar y producir juntos. 

Le atribuyo la máxima importancia a la comunicación con Fepal y con los miembros de las sociedades.  La tarea de representante se vacía  de sentido sin el intercambio fluido con ellos.

2 – El mundo está caótico, los principios que guían el tratado de los “Derechos Humanos” están siendo atacados cada vez más. Para usted, ¿qué es lo que el psicoanálisis tiene que ver con eso?

Cómo podría el  Psicoanálisis quedar ajeno? Ya desde Freud, quien padeció, interrogó y analizó los horrores de su época, los sucesivas generaciones de Psicoanalistas han estado atentos y disponibles a lo que le toca vivir a cada una. Sin considerar los extremos, ya sea  de heroísmo o de indiferencia /desmentida, creo que nuestra convivencia permanente con el dolor, en la singularidad de cada caso, nos pone en contacto inevitable con los condicionamientos sociales y epocales que marcan tanto al analizando como al analista. Podemos darles la espalda  pero tendrá el costo del empobrecimiento y artificialidad. Quiero creer que no es esta  la actitud mayoritaria entre nosotros, analistas del siglo XXI.

3 – ¿Qué piensa sobre los modelos de formación en los institutos de enseñanza y también sobre la autonomía de las sociedades psicoanalíticas en relación a los modelos vigentes?

     A) ¿Qué piensa Ud. sobre la integración de los candidatos (representantes) en las directorías de los institutos?  

     B) ¿Qué piensa Ud. sobre la categoría de “analista didacta” en los institutos?

     C) ¿Considera que existe diferencia entre el análisis personal y el didáctico? ¿En qué sentido?

     D) ¿Cuáles son para Ud. las profesiones que se admiten para el ingreso al instituto? ¿Médico o psicólogo únicamente?  ¿Otras?

Si nadie discute el análisis personal como pivot de la formación interminable del analista un objetivo fundamental de los Institutos de formación sería asegurar las mejores condiciones para que esa experiencia se realice sin interferencias: ni las de otros sectores de la Institución ni las de un analista que, formateado por un modelo que incluya relaciones jerárquicas, se instale en posición de autoridad, como “maestro” o como “modelo” . Esta sería una práctica “didáctica”,  con la que, por supuesto, no concuerdo. La posición del analista, su ética, se apoya en su capacidad de abstinencia (de sus impulsos, de su angustia, de su ideología) para dar lugar al advenimiento de lo más propio e inesperado de quien lo ha ubicado como su analista. Su ética se apoya, también, en su propia relación con la castración. Destituirse, una y otra vez, de cualquier tentación pedagógica o de dominio, me parece  clave para habilitar  al analizando a entretejer, con los hilos de su historia personal y los de sus filiaciones como analista, su modo singular y creativo – no mimético ni adaptativo- que le permita hacer, una y otra vez, el descubrimiento de lo inconsciente. La participación de los candidatos en la vida institucional contribuye al necesario trabajo de desidealización, además de otros efectos benéficos para ellos mismo y para la Institución. Así como me parece un indudable enriquecimiento que no solo se admita el ingreso de médicos o psicólogos. Muchos sostenemos que el contacto con otras disciplinas  provoca sacudidas benéficas para cada campo disciplinario , siempre que no se intenten casamientos que diluyen el campo epistémico de cada una. ¿Cómo no desear que ya en los seminarios, a las vez que se estudian con rigor nuestros fundamentos, se los ponga a prueba con los aportes de quienes traen el  bagaje de otras disciplinas humanísticas?

4 – Las sociedades psicoanalíticas han intentado hacer cambios, teniendo en consideración factores sociales, políticos y culturales. ¿Cuál es su opinión respecto al “análisis a distancia” para personas que residen en regiones distantes de los grandes centros?

No creo que haya que descartar, a priori, nuevas herramientas que hagan posible la experiencia de análisis y la de formación a quienes viven alejados geográficamente. Como decía antes también en esa modalidad habría que asegurar  las mejores condiciones para el análisis del analista y, agregaría, que no se reduzca a un encuentro “intersubjetivo” y “eficaz” a expensas de la disimetría y la escucha de lo inaudito, lo más ajeno y más salvaje del analizante, que no se le escatime la experiencia dolorosa y liberadora  con lo inconsciente. Creo que sería insoslayable que se pautaran, en el encuadre, encuentros presenciales  para dar lugar a la situación regresiva y pulsional que es esencial a un psicoanálisis.

5 – Teniendo en cuenta el texto de Freud “Recordar, repetir, elaborar”, ¿de qué forma el psicoanálisis puede contribuir con el tema de la memoria colectiva y de los lazos sociales? En este contexto, ¿cómo analizar las palabras de orden: “Nadie suelta la mano de nadie”, “Tortura nunca más” o “Recordar para nunca olvidar”?

Como persona hago mías cada una de esas consignas que son “palabras de orden” en la práctica ciudadana en nuestros países latinoamericanos. Pero la discursividad del psicoanálisis implica cuestionamiento, problematización, entonces no puede limitarse a la concisión de una consigna. El momento actual, especialmente convulso, nos exige discutir esto. A mi modo de ver nuestro aporte, como psicoanalistas,  es la producción teórica y el desarrollo de prácticas, con sectores vulnerados, sobre los efectos singulares y colectivos de la impunidad, la tortura, la discriminación,  la pobreza,  la marginalidad… En nuestra región hay  mucho trabajo realizado, ya desde los pioneros, y siempre se puede hacer más y mejor. El proyecto Ipa en la comunidad impulsado por Virginia Ungar continúa en esta dirección.

Pero además, los psicoanalistas latinoamericanos se organizan en grupos de trabajo para encarar la  tarea colectiva de diálogo, análisis y propuestas de nuevos escenarios a fin de encontrar la manera de hacernos oír y de que nuestra presencia sea más activa y frecuente en los debates sociales. Nuestro objetivo podría ser, me parece, “intervenir” (en el sentido que se usa en Arte) a fin de dejar una huella y provocar efectos, movimientos, reflexiones.

6 – El próximo congreso de FEPAL, en 2020, tendrá como tema “Fronteras”. ¿De qué punto de vista abordaría las fronteras psicoanalíticas?

La Comisión Científica de Fepal nos ha presentado una fundamentación muy rica y abarcativa así como muy clara en cuanto a la “apertura a los debates entre el psicoanálisis en tanto lector y texto del lazo social”. No tendría mucho para agregar al exhaustivo despliegue temático. Solo subrayaría la importancia de convocar a teóricos de otras disciplinas (Filosofía, Antropología, entre otras) pero  sobre todo a aquellos exponentes que interpelan y cuestionan al Psicoanálisis.  El intercambio con ellos no nos reafirmará en lo consabido sino, seguramente, nos desestabilizará y será una “exigencia de trabajo” …lo que me parece un muy buen resultado de un Congreso de Psicoanálisis.

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