La IPA (International Psychoanalytical Association) está alarmada por las diversas manifestaciones de ataques brutales contra la democracia en todo el mundo. Recientemente, en Brasil, Perú e Israel, las instituciones y los símbolos fundamentales de los Estados que garantizan la democracia (como el tribunal supremo y el parlamento) están siendo violentamente dañados o manipulados a través de tres modos principales: el vandalismo y el crimen; una explotación cínica de los canales legítimos de la democracia; y un sofisticado control de las redes sociales, a través del cual las noticias falsas adquieren exactamente la misma forma que las noticias genuinas, y las falsas narrativas y confabulaciones están pervirtiendo y distorsionando nuestro sentido de la verdad. Estos modos de ataque violento a la democracia se están produciendo en todo el mundo.
Vivimos tiempos aterradores caracterizados por un estallido de ataques violentos contra la democracia y contra la virtud de la verdad. Los gobiernos y los grupos políticos han perdido toda responsabilidad sobre los derechos humanos y los valores morales. También han perdido cualquier signo de vergüenza y culpabilidad que son fundamentales para el juicio moral y la posición ética. Una extraña sensación de profunda confusión y caos se extiende por todas partes.
Desde un punto de vista psicoanalítico, un desarrollo psíquico sano y una personalidad madura se caracterizan por la tolerancia a la alteridad y la contención de las complejidades e incluso las contradicciones. Un ataque a la democracia representa una intolerancia extrema hacia las diferencias en nosotros mismos y en el otro. Ataca la existencia de diferentes organismos que se equilibran entre sí (en la mente de un individuo, en la sociedad y en las instituciones del Estado) en favor de un control omnipotente y monolítico. Obliga a tener una imagen única de la realidad que prohíbe la variabilidad y la libertad de elección, de expresión y de modo de vida. Crea un mundo dividido y polarizado en el que se demoniza la alteridad y se niegan los derechos básicos. Un ataque a la democracia es un ataque al pensamiento; un ataque a nuestra cordura, como individuos y como sociedad.
Deseamos expresar nuestra solidaridad con nuestros colegas de todo el mundo que sufren estos angustiosos fenómenos y animarnos, como psicoanalistas, a adoptar una postura firme, evitar el silencio y realizar esfuerzos activos para hacer frente a estos acontecimientos tan peligrosos.
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