Celebración de Calibán al ritmo de la samba

Arriba: Jailson Souza e Silva. Foto: Flávia Palazzo

A lo largo del 2022 Calibán celebró sus 10 primeros años de vida. Una revista joven y afianzada, con un andar propio. Una década de publicaciones que registraron los tiempos agitados que pulsan desde nuestra América Latina.

Los festejos han sido una apuesta fuerte a la presencialidad, una puesta en acto que nos reencontró en intercambios fecundos. Los escenarios elegidos, Montevideo, San Pablo, Guadalajara, y como cierre Rio de Janeiro “cidade maravilhosa, coração do meu Brasil” como versa la canción, en donde nuestros corazones calibánicos palpitaron al ritmo de un samba que hizo danzar no solo nuestros pies sino nuestras ideas, nuestras palabras. Una breve reseña y algunas imágenes (fotos de Flávia Palazzo) de ese momento.

Cecilia Moia.

El 07 de octubre de 2022, en el Largo das Artes, la galería del psicoanalista Miguel Sayad, el SBPRJ (Rio2) realizó el evento para celebrar los 10 años de la revista Calibán de FEPAL, una publicación latinoamericana de psicoanálisis. Reunimos muchos de los ingredientes genuinos de este espacio editorial que busca representar el psicoanálisis en constante movimiento y diálogo con el arte, la cultura y otros saberes.

Al encuentro presencial asistieron no sólo los de Río de Janeiro, sino también los de São Paulo, Brasilia, Argentina, Uruguay y Perú, en una tarde que comenzó con una representación basada en «La Tempestad» de Shakespeare, interpretada por los colegas Wagner Pinheiro y William de Souza, analistas en formación de Rio2, representando lo que inspiró el nombre de la revista.
El encuentro continuó lleno de vida y de intensos debates, con las intervenciones de Joel Birman (psicoanalista, miembro del EBEP, profesor de la UFRJ) y Paulo Herkenhoff (comisario y crítico de arte. Ex director cultural del Museo de Arte de Río – MAR y del Museo de Bellas Artes de Río de Janeiro) coordinados por Admar Horn (Rio 2), seguido de Carolina Garcia Maggi (psicoanalista de la APU y editora jefe de Calibán RLP) y Jailson Souza e Silva (sociólogo, fundador del Observatório de Favelas) coordinados por Samantha Nigri (Rio 2). El evento fue acogido por la exposición de arte Horizontes de Eventos ( con la curaduría de Felippe Moraes de Largo das Artes), y esta hermosa tarde terminó abrazada por la roda de samba del grupo «Último Gole», una roda de samba que tiene en sus componentes a colegas del SBPRJ que forma parte de la historia de Calibán en tierras cariocas.

También asistieron los presidentes del SBPRJ y de la FEPAL, Lúcia Palazzo y Wania Cidade, en representación de sus respectivas instituciones.

Fernanda Borges y Samantha Nigri, ambas psicoanalistas del SBPRJ, coordinaron la organización del evento.

Jailson de Souza e Silva. Foto: Flávia Palazzo
La tormenta, de Wagner Pinheiro y William de Souza Vieira. Foto: Flávia Palazzo
Exposición Horizontes de Eventos. Largo das Artes. Foto: Flávia Palazzo

El niño terrible de la periferia

Por Tiago Mussi

En la mesa redonda “Lugares del delirio”, el profesor de la UFF y fundador del Observatorio de las Favelas Jailson de Souza e Silva, “negro, hijo de migrantes nordestinos, nacido y criado en la periferia de Río de Janeiro y estudiante de escuela pública”, como se define en Lattes, nos muestra cómo, a partir de esta herencia excluyente, logró subvertirla, transformándola y al mismo tiempo transformándose junto con ella, llegando a servir de soporte de identificaciones para otros jóvenes, estudiantes de la periferia como él, jóvenes que hoy se ven en su imagen. En palabras de Guimarães Rosa, “un maestro no es el que siempre enseña, sino el que de repente aprende”, Jailson quizás les da con generosidad lo que le faltaba de niño. Y a nosotros también, un viernes por la tarde de octubre, en una casa detrás del IFCS de la UFRJ, en la calle que lleva el nombre poético de Luís de Camões, Jailson nos regaló algo muy preciado. No exactamente una clase, sino un evento, o mejor dicho, un happening, antes de la hora feliz con samba, sudor y cerveza, porque al fin y al cabo era Calibán en Río.

En lo que también podríamos llamar intervención, a falta de mejor nombre, su discurso tuvo una clara intención de sacarnos de nuestro letargo, de cuestionar nuestras certezas y deconstruir paradigmas, discurso donde temas relacionados con las favelas, la periferia, la política del exterminio de los cuerpos de los jóvenes que los habitan, desde el lugar de exclusión al que fueron relegados estos sujetos, fueron llevados al centro del debate y luego problematizados.

Al igual que Sartre cuando estuvo en Brasil preguntó: «¿Dónde están los negros?», Jailson planteó una pregunta similar a la audiencia. De repente, nuestras miradas comenzaron a ver la ausencia. Los jóvenes negros, con una u otra excepción, no estaban en esa habitación. ¿Dónde estaban? ¿Por qué el destino de los cuerpos pobres y negros, especialmente de los jóvenes, como llegamos a descubrir, no fue otro que el de la exclusión en sus múltiples formas, fue la favela, el narcotráfico o la muerte, como política de Estado? Es el “golpe a la cabecita”, como en las palabras de un triste exgobernador en la historia reciente de nuestro estado. Las recientes incursiones del PM en las favelas de Río –entre ellas Maré, de la que Jailson hizo su episteme– son el brazo armado, la instrumentalización de una necropolítica del Estado, que muestra “cómo negros, pobres y mulatos/ Y casi blancos, casi negros / Porque son tan pobres, son tratados”, como en la música de Caetano Veloso.

“¿Por qué yo?”, se preguntó primero Jailson y luego nos cuestionó. A partir de esta pregunta, hizo su tesis cuestionando la lógica excluyente, la dificultad de acceso que tienen los jóvenes de la periferia a la educación y al trabajo formal, sin más perspectivas de futuro que la delincuencia, la violencia o el narcotráfico. Fueron pocos los que, como él, lograron sustraerse a este impulso destructivo que aniquila a los sujetos deseantes y periféricos. De una infancia marcada por las peleas callejeras, a Jailson lo salvó la literatura, pues la violencia sólo se dejaba de lado cuando leía. Allí comenzó un largo camino en busca de convertirse en un sujeto que interviniera en el espacio público, cuyos ancestros negaban su propia raza, “no porque fueran racistas, al fin y al cabo, el negro no es racista”, sino porque estos sujetos luego se identificaron con el agresor sometido a la hegemonía blanca.

Otro punto importante a destacar, que en cierto modo emula la trayectoria personal y profesional de Jailson, fue el lugar de las favelas como territorio de reinvención de la ciudad, desde donde se baila, funk, las modas que luego los jóvenes privilegiaron en la Zona Sur asimilará y consumirá, sin ser consciente de lo que está haciendo. “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”.          

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