1. ¿Cómo piensa al psicoanálisis en épocas de crisis? ¿Cuáles son las particularidades en la formación de analistas en el momento actual?
Pensamos que el psicoanálisis, como en otras épocas: busca rescatar la subjetividad y la particularidad de nuestros deseos, pero también está para ayudar a recomponer y pensar el lazo social tan afectado por la crudeza de la pandemia. El psicoanálisis facilita la apertura de espacios de reflexión y discusión clínica, así como mecanismos que permiten expresar y transformar todo el dolor actual a nivel individual y colectivo.
Los candidatos, hoy más que nunca, debemos trabajar en nosotros mismos, apoyándonos en el modelo de formación en base al trípode psicoanalítico: análisis personal, supervisión y teoría. Sostener el análisis se hace importante pues estamos movilizados, muchos con procesos de duelo, aislamiento y cambio de nuestros espacios laborales especialmente en nuestras consultas (que se llevan a cabo por medio digital).
Nuestros propios análisis han tenido que sortear las particularidades del confinamiento y de la realidad social que nos afecta; sin embargo, hemos encontrado que el modelo de formación de ILAP (Instituto Latinoamericano de Psicoanálisis) se constituyó en una riqueza; puesto que tuvimos la apertura de realizar análisis mixtos (online y presencial) desde el inicio de nuestra formación, lo cual, nos ha preparado para los modelos de análisis virtual que se están llevando a cabo.
Por otra parte, la supervisión también llevada a cabo en el modelo mixto ha mantenido su nivel continuo de trabajo, cada uno sigue avanzando de acuerdo a su momento de formación. Otro beneficio que hemos encontrado en la formación que ofrece Ilap es la facilidad de acceder a distintos analistas didactas y supervisores de diferentes sociedades de toda Latinoamérica, generando una visión diversa en los miembros del grupo, lo que ha enriquecido el pensamiento colectivo.
Con respecto a la formación teórica de nuestro instituto se nos ha ofertado y posibilitado el acceso a Webinars, seminarios y conversatorios clínicos; lo cual, ha enriquecido nuestra practica que se ha visto interrogada por el momento actual.
También nos parece necesario un cuarto elemento de cercanía entre candidatos, analistas, asociaciones y grupos de pensamiento psicoanalítico que nos permite salir del aislamiento y generar procesos de pensamiento colectivo y redes de apoyo para desarrollar mayor consistencia en nuestra labor y compartir experiencias personales del momento complejo que vivimos.
2. ¿Como mantener la palabra circulando más allá de la dramática del contagio de los cuerpos? ¿De qué forma sensibilizar a los analistas en formación para la escucha entre lo que atraviesa la subjetividad y los acontecimientos sociales?
Hoy más que nunca reconocer al otro como semejante es el ejercicio ético que permite la circulación de la palabra y del acontecimiento social. Recortar las necesidades narcisistas propias de una situación crítica permite empatizar con el dolor de la otra persona (con toda la diversidad que implica este término, a nivel de género, edad, condición económica, etc.) y generar un diálogo para construir posibilidades de pensamiento y acción.
La formación solida ha permitido construir en nosotros un encuadre interno que ha sido esencial en este momento para enfrentar la virtualización de nuestra atención clínica y nuestra propia identidad como analistas, que va más allá de un encuadre tradicional, permitiéndonos sostener una práctica psicoanalítica ética y rigurosa con nuestros pacientes a pesar de no tener un espacio físico de encuentro con los pacientes.
Nuestros países en desarrollo, con su realidad compleja, nos cuestionan siempre a una práctica matizada por lo social y comunitario. En tanto, nos enfrentan a realidades afectadas por la pobreza, la exclusión social y modelos políticos deficientes e ineficientes, que nos ubican de lleno ante el sufrimiento particular de los grupos de atención prioritaria (niños, niñas y adolescentes, colectivos LGBTI, mujeres, adultos mayores, discapacidades y pueblos y nacionalidades indígenas, etc.).
3. En su experiencia, ¿qué efectos tiene la ruptura de la ilusión de que el analista no padece las mismas dificultades que el analizado, como sucede con la pandemia actual del coronavirus? ¿Cuáles son las implicancias clínicas y de qué modo transmitir o practicar el psicoanálisis en tiempos de crisis?
La pandemia es una realidad que se cuela dentro del campo psicoanalítico que se construye entre el paciente y el analista, ya que ambos vivencian la angustia de una realidad social compartida, lo cual vulnera la mente del analista y nuestra postura de abstinencia. El análisis personal, los grupos de encuentro y el compartir afectivo con los colegas nos permiten contener de cierta manera la angustia para continuar la práctica en tiempos de crisis.
¡Hay que apostar por los vínculos!, el encuentro del psicoanalista con su paciente, familia, institución o colectivo es un elemento esencial para lo psíquico y las emociones. El vínculo, la relación con el otro, construye la posibilidad de procesar y metabolizar distintos elementos del pensamiento, entre ellos: lo mortífero, la pulsión de muerte, lo desconcertante e impensable de la pandemia; por lo tanto, es esencial sostener la esperanza, lo libidinal en la relación con los otros permitiendo el despliegue del proceso creativo.
4. En su país o en su sociedad ¿Cuáles medidas están siendo adoptadas para sostener los lazos sociales en tiempos de aislamiento social? ¿Cuál es el rol del Instituto de Psicoanálisis en este momento?
El Ilap como Instituto ha facilitado la continuidad de la formación a través de reuniones discusión teórica, encuentros clínicos, seminarios, cineforos y sobre todo proveyendo las condiciones necesarias para mantener el trípode psicoanalítico de formación de los candidatos. Nosotros como Grupo Psicoanálisis Quito hemos sumado nuestros esfuerzos al aparetaje gubernamental para apoyar la intervención en el área de salud mental tan necesario en este momento para nuestro país que es uno de los más afectados por el COVID a nivel sudamericano. También hemos buscado mantener nuestras redes internas, así como la conexión con analistas de otras asociaciones psicoanalíticas de América Latina y así sumar esfuerzos para construir modelos de intervención colectivos e individuales alternativos.