Entrevista con Andrea El Maalouf Zaitoun

Dibujo de Sir John Tenniel, ilustrador de la primera edición del libro Alicia en el país de las maravillas, en 1865.

“Los niños juegan todo el tiempo con las palabras, les atribuyen otros sentidos, inventan otras para aquello que no tienen como enunciar. Un niño angustiado, sufre mucho más cuando es incomprendido.”

Andrea El Maalouf Zaitoun es analista en formación en el Instituto Latinoamericano de Psicoanálisis (ILAP), Quito- Ecuador

1 – ¿Cuál es la relación entre Literatura y Psicoanálisis?

El Psicoanálisis guarda una estrecha relación con la Literatura, si vamos a sus inicios, Freud como sus seguidores buscaron dar pruebas de la validez de su teoría y ello los llevó a extender los alcances de su doctrina más allá́ del hombre histérico o neurótico. Así́ surge la convicción de que su concepción “hacia posible una interpretación general de todos los aspectos de la cultura”.

La nueva comprensión del hombre introducida por Freud abrió́ la puerta al análisis de “aquello que en el hombre no es lo más humano”; pero también, a la inversa, permitió́ una nueva concepción de lo humano, donde el propio hombre es visto como perfectible, como una tensión y una lucha, como una convivencia entre lo racional y lo irracional, lo reflexivo e irreflexivo, lo consciente e in- consciente. De ahí́ que el psicoanálisis se constituya de hecho en una interpretación de la cultura.

Bruno Bettelheim fue un escritor y psicoanalista austriaco que expandió el uso de los cuentos, uniendo la esfera recreativa con el aspecto proyectivo y reparador. Empleaba la literatura en un contexto terapéutico con los niños traumatizados por la experiencia en campos de concentración nazi. Según B. Bettelheim, la tarea más importante de la educación es la de ayudar al niño a encontrar sentido a la vida y los cuentos de hadas han transmitido a lo largo de los siglos sentidos tanto evidentes como ocultos, estos mensajes le llegan al niño tanto al consciente, como al preconsciente e inconsciente.

Los niños juegan todo el tiempo con las palabras, les atribuyen otros sentidos, inventan otras para aquello que no tienen como enunciar. Un niño angustiado, sufre mucho más cuando es incomprendido. El juego literario, además de divertir, acoge al niño, lo invita a explotar su capacidad pensante, a transformar su entorno y su propia existencia. Sigmund Freud en su texto de 1907 titulado: “El creador literario y el fantaseo”, menciona que el poeta hace lo mismo que el niño que juega: crea un mundo de fantasía al que toma muy en serio. Lo dota de grandes montos de afecto, al tiempo que lo separa tajantemente de la realidad efectiva. La obra literaria facilita la liberación de tensiones, así como la invitación a reinventarse.

Tanto en la infancia como en la adolescencia, la literatura ofrece varios caminos a los laberintos de la vida real. A través de las historias, el niño o el adolescente pueden ver desde la distancia las paradojas entre lo interno y lo externo, lo propio y lo ajeno, lo perteneciente al otro y qué de ello lo toca, lo afecta. Como decía José Saramago: “Para ver la isla, hay que salir de la isla”. Las historias permiten desplazarse del campo del yo en el que el niño se encuentra inmerso y transcender al campo del otro, del ellos y del nosotros. Desarrolla de esta manera la empatía y construye su propio sistema de regulación moral. No siendo poco, la literatura permite al lector ir más allá de la historia al tejer sus propios sentidos; y he aquí uno de sus aportes más bellos: La invitación a la autoría.

2 – ¿Cómo influye la Literatura de ficción en su trabajo como Psicoanalista?

El uso de la fantasía, el juego y la literatura son recursos potentes en el camino de crear sentidos, apropiarse de los afectos y ponerlos en escena en el intercambio subjetivo con el terapeuta. La literatura permite transitar por las fibras, admirar los colores, percibir los nudos y hallar vacíos en los que otras puntadas puedan realizarse. Todo niño, incluso el más normal, experimenta angustia. Este afecto se torna evidente cuando el niño se siente desprotegido, carente de recursos psíquicos para superar situaciones amenazantes en su vida cotidiana. Miedo a la oscuridad, a los monstruos, a los animales, a ser robado, a perder a los padres, entre otros, reviven el trauma inicial del nacimiento. Freud afirmaba que la angustia desaparece cuando el niño se torna de nuevo consciente de la existencia, presencia y proximidad de la persona amada, sea por el contacto o porque escucha su voz.

Si bien la infancia es vista como un periodo precioso de juego, risas, alegría y diversión, también está marcada por la travesía de crisis devastadoras, la confrontación de miedos, la presencia de angustias y el sufrimiento de vivir en un mundo pensado y creado para los adultos. Como Winnicott decía: Es tan normal la angustia en la infancia que podríamos citar la vida de cualquier niño como ejemplo de esta.

Maud Mannoni afirma que, si se desconoce, se silencia o se oculta el deseo de un niño, éste vuelve bajo la forma de síntomas. Para el niño no es fácil entenderse, darse un tiempo y reflexionar sobre aquello que siente. Sin embargo, justo en la des acomodación, en el punto donde se instaura el sufrimiento, es posible crear cuestionamientos y, a través de la escucha, del diálogo y del intercambio subjetivo del niño y el terapeuta, acompañar al pequeño paciente en su proceso de apropiación de sí mismo, del contexto que lo rodea y de los otros. La terapia se torna un espacio de autoría en el que el niño puede narrarse y en este proceso conocerse, entenderse, aceptarse y transformarse.

3 – ¿Qué obra o autor de Literatura le inspiró a ser creativo en su trabajo?

La literatura cuenta con una infinita riqueza de autores, el psicoanálisis fue mi primer inspirador y con ello una serie de autores de literatura y de literatura infantil han venido inspirando el camino del análisis con niños y adolescentes.

Autores como Julio Verne, cuentos clásicos de literatura universal, el Principito, Sherlock Holmes, Alicia en el país de las maravillas, entre muchos autores de mi infancia, inspiraron la creatividad de mi trabajo, en especial a mis pacientes, quienes motivaron a este encuentro con la literatura y el psicoanálisis. Cada niño, adolescente es el autor de su propia historia, hablando de su novela familiar, de su mundo interior. 

El semiólogo Roland Barthes refiere que, al leer imprimimos cierta postura en el texto, que es nuestra invención, y es por esto que el texto es vivo. En la experiencia de la lectura, emerge un suplemento de sentido que ni la gramática ni el diccionario pueden dar cuenta. La experiencia de la lectura no es algo que se dé en el simple acto de pasar los ojos por un texto. No todas las historias que escuchamos o leemos producen ese efecto, justo porque es en el contacto con el lector que se torna experiencia, se transforma y florece una gama de significaciones. Los niños son lectores de cuentos, pero también de sus propias historias de vida. El proceso de intervención psicoterapéutica se torna una ocasión para leerse, narrarse y transformarse junto a un terapeuta que hace las veces de testimonio, acompañante en esta travesía.

Lorena Polo

lorenapolo1@hotmail.com

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