Entrevista Carlos Barredo sobre Lacan en IPA

Por Griselda Sanches Zago y Lúcia Palazzo

¿Cuándo nació Lacan en IPA?
 Nació en el 2007 a raíz de una reunión de varios analistas de Sociedades componentes de América Latina estábamos influidos por la enseñanza de Lacan. Se sumaron luego analistas de España y Portugal.

¿Cuáles fueron las motivaciones que dieron lugar a este grupo? 
Queríamos crear un espacio que nos permitiera trabajar sobre los efectos de la enseñanza de Lacan en nuestra formación y, a la vez, generar actividades que nos ayudaran a desplegarlos y compartirlos. Así comenzaron las jornadas que, sin que lo previésemos, fueron tomando un ritmo anual hasta la actualidad. Hemos hecho jornadas en Buenos Aires, Córdoba, Mendoza, Montevideo, Porto Alegre, San Pablo, Madrid, México, Lisboa. Así, fuimos generando un ámbito de discusión en una atmósfera de libertad que, por razones complejas y diversas, no siempre es sencillo crear en contextos institucionales. Pusimos énfasis en la participación y el intercambio, tratando de acotar en lo posible exposiciones o presentaciones extensas que pasivizan los auditorios. El objetivo era siempre a poner en debate los modos en que la enseñanza de Lacan incide sobre la forma en que concebimos y practicamos nuestra disciplina.

¿Qué se lleva realizado, qué se ha logrado?

Es interesante remarcar que fuimos promoviendo un estilo de intercambio de ideas y experiencias que generó la conformación de un lazo muy fuerte entre analistas, trabajando en un clima grato, cordial y productivo. En esta última ocasión, conseguimos organizar paneles con tres ponencias de dos páginas cada una, lo que hizo posible, por un lado, un tiempo de intercambio extenso y fructífero, y por otro, permitió percibir la calidad y consistencia de los textos que, en esa breve extensión, daban lugar a discusiones interesantes sobre los temas propuestos. También los espacios de presentación clínica y debate entre pares, que hemos promovido y preservado en las jornadas desde el comienzo. Los consideramos el mejor espacio de formación permanente para los analistas, en tanto facilitan una confrontación permanente y necesaria con la práctica cotidiana. 

¿Sería una tentativa de reparación Lacan en IPA? 
Supongo que la pregunta se refiere a las circunstancias políticas traumáticas que rodearon la salida de Lacan de IPA a mediados de los sesenta, con todas las consecuencias que ese acontecimiento implicó para el movimiento psicoanalítico en general. No hay que perder de vista que ese fue el desenlace de 30 años de presencia de Lacan en el ámbito de las instituciones de IPA, desde que entra en escena en el congreso de Marienbad en 1936 hasta lo que él denomina su “excomunión” en 1964. “Lacan en IPA” constituye, en cierta forma, una respuesta, alejada en tiempo y en espacio, a esos acontecimientos. Surge más de 40 años después, aunque no sin antecedentes a los que entonces constituye como sus precursores, y además en una geografía alejada del teatro de los hechos. Muchos pensamos que solo podría haber visto la luz en esta región de IPA: Latinoamérica, la tierra que Octavio Paz bautizara como “el lejano Occidente”. De allí que quienes seguimos la enseñanza de Lacan desde estas latitudes, seamos vistos como sus “lectores”, esto es: que los efectos de esa enseñanza nos alcanzan más allá de la pantalla de su personaje (en inmensa mayoría, no hemos sido sus analizantes, supervisandos, o asistentes a sus seminarios). Nos llegan por el trabajo de lectura de sus Escritos y Seminarios. Trabajo arduo de construcción y apropiación de una lectura crítica y singular, de la que Lacan mismo indicara el camino con la consigna de su “retorno a Freud”. Esta peculiaridad hizo posible una amplia libertad en el abanico de lecturas a las que tenemos acceso, rasgo que caracteriza a los analistas de nuestra región.

 ¿Qué falta? ¿Cómo ves la ausencia de estudio de Lacan en las instituciones de modo general?
 Los condicionamientos que tienden a reducir el margen de libertad de lecturas que acabo de mencionar, provienen de líneas de poder predominantes que fijan la currícula de textos a enseñar en los institutos. Esto ha ido variando desde hace años en muchas de las Sociedades de la región, así como en España y Portugal, es decir: en las lenguas de América Latina. Pero, más allá de su inclusión en la curricula, es necesario que se favorezca que cada uno instituya y de cuenta de su propia lectura de Lacan, resistiendo cualquier intento de estipular lecturas institucionales que promueven una adhesión con matices religiosos. Lo que incorporamos en este tipo de lectura es lo que incide en la forma en que concebimos y practicamos nuestra disciplina. Es lo que buscamos en las jornadas: poner en juego nuestras lecturas de la teoría y la clínica en un trabajo crítico que nos enriquezca.

¿Qué puntos del pensamiento lacaniano serían relevantes para la clínica contemporánea?
 Yo diría ¿cuáles no?, porque la enseñanza de Lacan es una forma de poner permanentemente en discusión lo que hacemos en nuestra práctica cotidiana. Se ha enfatizado, en algunos grupos lacanianos, la cuestión del manejo del tiempo, en las sesiones puntuadas o las sesiones breves que son cosas distintas y con fundamentaciones diferentes.

 ¿A qué te refieres con puntuadas? 
Que no tiene un tiempo estipulado, que la sesión va a concluir en función de lo que el discurrir del analizante produzca, en algún momento que el analista determina como significativo, ahí se corta y eso resignifica lo anterior.

¿Es lo mismo que escandido? 
Sí, lo que puntúa es la escansión, como si se puntuara una frase. Por supuesto si eso produce efecto de interpretación, es algo a ser leído en las asociaciones a que dé lugar. Lo que configura una experiencia muy diferente es la de un analizante que se tiende en el diván sin contar con la garantía de tener por delante un tiempo reglado de permanencia en la sesión. Esto produce como efecto toda una serie de cálculos, percibidos o no, de preparación, espera o atenuación del momento de cierre. Y eso cambia cuando lo consensuado es que la sesión concluirá en función de algo que emerge en el discurso del analizante y que el analista sanciona como significativo, con la sorpresa subsiguiente. Lacan resalta que Freud, con la invención del dispositivo analítico, cambia la noción de diálogo. La oferta de palabra al analizante, en el marco de la regla fundamental, hace que éste hable sin saber lo que está diciendo, aun cuando esto no sabido que habita sus dichos, está dirigido al analista en transferencia y solo desde allí se le podrá responder. En eso consiste la responsabilidad del analista, ya que nadie más que él puede responder desde ese lugar. Conviene recordar que no solo lo formulado en palabras forma parte del discurso del analizante, sino todo aquello (gestos, modos de saludo, formas de vestirse y sus variaciones, tonos, entonaciones o musicalidades que conforman la prosodia del lenguaje, etc.) que, en tanto nos “dice” algo acerca de él, es lenguaje, y deberá ser respondido en ese terreno. Sobre todo porque muchas escuelas no hablan de lo que hacen, como un mandato de no hablar de sus casos. Es cierto que alguna corriente lacaniana postula una serie de argumentos éticos que cuestionan que un analista hable de sus analizantes. Algo de esto se origina en una anécdota de Lacan sobre el reclamo de la madre de un analizante que manifiesta haberlo reconocido en una exposición pública. Si bien estas consideraciones son comprensibles y compartibles en parte, creo también que es fundamental que un analista pueda dar cuenta de su práctica ante sus pares. La cuestión es cómo generar espacios donde eso resulte posible y enriquecedor para quienes participan en ellos, preservando la confidencialidad de los involucrados y ateniéndose a una ética compatible con el discurso del analista. ¿Algo que quieras agregar que no te haya preguntado? Quizás señalar el hecho de que nos hayamos formado en instituciones pluralistas, construyendo nuestras posiciones en el marco de un debate con otras líneas teóricas, lo que por un lado dio mayor sustento a nuestras convicciones, y por otro el habernos introducido como interlocutores, fue un aporte al debate institucional ampliando las perspectivas en juego y enriqueciendo el intercambio general, lo que fue beneficioso para el conjunto. Es por eso que nos interesa preservar esa marca de pluralidad en “Lacan en IPA”. En estos intercambios con otras corrientes teóricas.

¿Se han vislumbrado algunas coincidencias? ¿Cuáles son las diferencias?
 Creo que eso debería constituir un objetivo para cualquier institución psicoanalítica, generar una interlocución que posibilite poner en juego las formas en que concebimos y practicamos nuestro oficio. Eso permitiría evidenciar que desde distintos enfoques teóricos se puede postular y defender la especificidad del psicoanálisis y al mismo tiempo debatir con las corrientes que tanto dentro como fuera de nuestras instituciones tienden a desvirtuarla.  

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