“TRAVESSIA” EN LA FORMACIÓN ANALÍTICA

Ciclo de talleres con profesores de las escuelas de Lins.

Octubre de 2019

M. Teresa Naylor Rocha

Antes de cualquier cosa, me gustaría expresar la satisfacción que tengo en haber recibido la invitación para participar de este Simposio del Instituto/SBPRJ. Es un gran honor, para mí, hablar en un espacio importante de nuestro Instituto de Formación, por considerar que es en él que se encuentra el futuro de nuestra Sociedad.

Creo que la motivación de la invitación para la apertura del Simposio haya sido el “IPA in the Community Awards-2019”, recibido por nuestra institución, resultado del trabajo realizado por TRAVESSIA, en el eje de Psicoanálisis y Violencia. Como coordinadora del trabajo, y del Programa de Psicoanálisis e Interfaz Social-PROPIS/SBPRJ, fui a Londres a la ceremonia. Ha sido muy emocionante ese reconocimiento personal e institucional, pero constituyó también un alerta más en cuanto a la responsabilidad de nuestra institución en lo que concierne la continuidad de esas iniciativas de prácticas en settings variados de lo tradicional.

Mi propuesta hoy, por tanto, es decir lo que entiendo como fundamental al proceso de formación y de qué manera el trabajo de TRAVESSIA, que realizamos aquí en nuestra casa hace más de 16 años, se enlaza en este proceso.

Debido a la complejidad de los factores involucrados en esas cuestiones, y más, ante la poca asimilación de trabajos como el de TRAVESSIA como un factor de desarrollo para la formación, inicialmente haré algunas ponderaciones argumentativas.

1. LA NATURALEZA EVASIVA DEL OBJETO DE PSICOANÁLISIS

Por un lado, será esa naturaleza que ejerce una fascinación sobre todos los que se ocupan de la osada profesión de querer seguir los caminos de cada “ser cazador de mí”[1] y saber y vivir que nuestra cazada personal nos tira permanentemente al desafío de “pensar sin pasamanos”.

Parto con Freud en 1919 (Caminos de la terapia psicoanalítica), cuando dice que la transmisión/conocimiento de la materia que venga a ser el psiquismo puede hacerse descomponiendo sus partes a igual que el químico separa la sustancia básica/elemento químico para que pueda conocerse, suelto de otros elementos. Sin embargo, él propio pone en entredicho esa comparación, puesto que ella podría llevarnos a creer que en psicoanálisis, descomponiendo la actividad psíquica en sus elementos aislados, el próximo paso sería ayudar al paciente a hacer una nueva composición. O sea, tras un (psico)análisis, debería ocurrir una (psico)síntesis. Él termina por sentenciar que, si logramos descomponer un síntoma o liberar un impulso de su nexo (conexión), no permanecerá aislado, insertándose inmediatamente a un nuevo nexo (conexión). Prosigue y dice que el análisis produce condiciones, al descomponer un síntoma, a una inevitable y automática psicosíntesis sin nuestra interferencia. El inconsciente forma parte de un sistema singularmente peculiar y ninguna comparación puede reflejar su naturaleza.

Freud, siendo un hombre del siglo XIX, siguiendo la tradición y la causalidad del pensamiento científico y cultural moderno, es también un pensador que se anticipa y se lanza hacia el futuro. Él apunta hacia la complejidad del fenómeno psíquico y de las relaciones sociales. En ese mismo artículo, realza el aspecto de la libertad personal (singularidad), sin que eso signifique dejar de lado la responsabilidad y exigencias de la vida en sociedad. Resalta también su recusa a la opresión y el peligro de aprisionamiento de los pacientes a los moldes de las imágenes o expectativas de sus analistas. Podemos actualizar ese pensamiento diciendo que el tratamiento analítico debe apuntar hacia la libertad y consumación de la singularidad, así como debemos perseguir el respeto a la singularidad en la relación con los maestros y en las relaciones parentales.

2. EDUCAR – TRANSMISIÓN EN EL PSICOANÁLISIS

Parto de la idea freudiana de que educar y psicoanalizar serían profesiones imposibles (la tercera sería gobernar). No habiendo otro camino, enfrento el desafío en el hilo de la navaja de la potencia siempre transitoria.

Puedo disminuir la apertura de la gran angular para enfocar la formación psicoanalítica y decir que una de las funciones de formar es educar, y esta tiene que ver con la transmisión.  

¿Cómo enseñar la asignatura que es el propio inconsciente? Sabemos que la construcción del saber psicoanalítico se enfrenta a la naturaleza evasiva de su objeto. La arquitectura del psicoanálisis se ocupa y se expande en el campo teórico y técnico, pero aún estamos gateando sobre las formas de transmisión.

Para dar inicio a la cuestión, – que, ya adelanto, sólo posee un boceto de solución -, podría pensar que la tarea primaria de la formación de un psicoanalista es favorecer la “travesía del VER al MIRAR, que posibilita el desarrollo de su capacidad de reconocer sin haber conocido, en que el OJO del analista se vuelva ciego como Edipo-Rey que se ciega como Tiresias que, siendo ciego, todo ve” (Una teoría del ojo en la obra de Freud, Hervé Hout). Esa ambición para el desarrollo de un estado mental (intuición) que pueda aprehender el inconsciente del otro, sin dejar de diferenciarse, tendrá más ocasión de realizarse si contamos con dispositivos pedagógicos centrados en la radicalidad de autonomía y participación de todos los involucrados de forma democrática y libertaria. Paulo Freire me inspira cuando afirma que no podemos enseñar democracia por medios autoritarios y que la participación del profesor es más de un animador en reserva que en presencia saturada.

En este sentido, pienso que sería fundamental contar con dispositivos pedagógicos que mantuvieran los principios del psicoanálisis en su comprensión de los factores promotores de crecimiento: continencia para las ansiedades, estímulo a la creatividad y respeto a la diferencia. No tengo la fórmula para garantizar la ejecución de un programa de formación en psicoanálisis de esa talla, pero los referenciales ya establecidos por educadores como Paulo Freire y de estudiosos actuales de la educación pueden nortear la tarea de suministrar herramientas para “aprender a aprender”, para que entonces cada uno pueda, a partir de exposiciones variadas al conocimiento, realizar síntesis individuales fundamentadas en la responsabilidad y autonomía plena. Así podremos desarrollar una perspectiva como la de Nietzsche (Así habló Zaratustra) que nos dice que “si quieres seguirme, sigue tu camino”.

La estructura pedagógica de una institución de enseñanza refleja sus propios objetivos. ¿Nuestra institución, a pesar de los avances, aún tropezará por falta de un organizado proyecto político-pedagógico? La dificultad en delinear el perfil pedagógico, establecer metas, estrategias y la construcción de categorías educacionales no es prerrogativa de la institución psicoanalítica. Se trata de un desafío contemporáneo de las instituciones de enseñanza. La velocidad de los cambios sociales exige dinamismo de las instituciones para adecuarse a la nueva realidad. Cabe aquí un recordatorio y una intención de que la SBPRJ precisa esforzarse en hacer un diagnóstico de su misión a través de un cuidadoso análisis contando con la asesoría de profesionales de educación.

3. TRADICIÓN Y CREACIÓN

Su repetición es similar a seguir la tradición, o sea, ver la historia de espaldas y fijándose en el presente renunciando a la creación. En otras palabras, como dice Walter Benjamin (Reflexiones: el niño, el juguete y la educación), la tradición, para las personas, salva la apariencia de su juventud, porque tiene a los padres como referencia y no los que nacieron después. Es mantener las referencias, no como inspiración para la creación de lo nuevo, sino en fijarse en la repetición del mismo. En este caso, no hay aprendizaje autónomo de vida, inspirado en la formación de un lugar de libertad y transformación histórica. Predomina la información sobre la formación, la enseñanza utilitaria sobre la búsqueda de la totalidad del ser, la prevalencia burocrática sobre el espíritu de investigación.

De nuevo Benjamín: “Toda forma de vida y su ritmo emanan de los mandamientos que determinan la vida de los creadores. La libertad de buscar su propio camino se sostiene en cuestionar la vida para encontrar los propios mandamientos. Así reconocen el venidero en el presente, en un ciclo de eterno movimiento entrelazado a las necesidades colectivas/sociales y a los deseos individuales”.

Dando continuidad a los movimientos que conllevaron a los recientes cambios en el modelo de formación, ¿qué más puede hacer la SBPRJ?

Hasta aquí las argumentaciones podrían ser resumidas de la siguiente forma: la experiencia pedagógica, cuanto menos pautada en relaciones narcisistas, puede favorecer las pulsiones creativas de los alumnos y de los maestros. Así siendo, el conocimiento no será considerado como fetiche, ni tampoco como saber a ser aplicado para verse validado por sí mismo; las relaciones interpersonales se organizan en bases de respeto a la singularidad de cada uno. Podemos pensar que el modelo de falso self de Winnicott podrá ser usado en su extensión y decir que, únicamente en un espacio de libertad de creación y de alteridad, cada profesional del psicoanálisis podrá ejercer su oficio de la mejor forma, escapando de una organización de un falso self profesional.

4. REFLEXIONES FREUDIANAS A PARTIR DEL AÑO DE 1918

Hasta el momento, apenas rocé la naturaleza del objeto del psicoanálisis y cuestiones relativas a la transmisión, pero, ahora, quisiera que la argumentación tomara la dirección de traer el aspecto de responsabilidad social de nuestro oficio. Y, para hablar del trabajo de TRAVESSIA como un buen y fértil dispositivo que debe enlazarse a la formación psicoanalítica, recorro a la historia del psicoanálisis en los años de 1918 a 1938, entre las 2 grandes guerras en Europa.

Freud, en 1919, (Los caminos de la terapia psicoanalítica) afirma que somos un puñado de personas y, cada uno de nosotros, aunque trabajando duro, se puede dedicar apenas a un número escaso de enfermos. Ante la miseria que hay en el mundo, es insuficiente lo que podemos abolir. La práctica se limita a las capas superiores de la sociedad mientras que, para las amplias capas populares que tanto sufren con las neurosis, nada podemos hacer actualmente. Freud dice que, en algún momento, la consciencia de la sociedad despertará a que las neurosis no afectan menos la salud del pueblo que la tuberculosis y que ninguna de las dos puede ser tratada por el propio individuo. Enfatiza que esos tratamientos serán gratuitos, pero que, tal vez, tarde un tiempo hasta que el Estado considere esos deberes como siendo urgencia…pero que un día eso tendrá que ocurrir…y que es posible que sólo consigamos realizar algo, si podemos juntar el auxilio psíquico al apoyo material…Freud hace la reserva que, de cualquier forma, para que esas prácticas ocurran, tendrán que continuar a ser aquéllas tomadas del psicoanálisis riguroso y no tendencioso.

Es en ese momento que la visión de Freud hacia el futuro nos lleva al presente.

Para dar seguimiento a esa argumentación, voy a valerme de las indicaciones que constan de una investigación historiográfica que pone a claras la historia perdida del psicoanálisis entre 1918-1938, pero que sobrevivió al tiempo e inspiró, sin que lo supiéramos, el trabajo del TRAVESSIA (Elizabeth Ann Danto, Las Clínicas Públicas de Freud, 2019).

Europa, entre las dos grandes guerras del siglo XX, vivió una vertiginosa producción cultural ascendiendo a la socialdemocracia. Freud formaba parte de la tradición del siglo XIX de médicos liberales, eruditos y ateos. A igual que la República de Weimar, los últimos 20 años de vida de Freud se pasaron en la primera república progresista de Austria, que, sin embargo, terminaría en 1938. Durante la Viena Roja hubo una amplia expansión de los servicios públicos, los socialdemócratas esperaban eliminar la vergüenza de los altos índices de mortalidad infantil, pobreza de las familias etc. Sin embargo, los vienenses estuvieron tan involucrados en ese movimiento amplio, recuerda Danto, que no le dieron atención a la enorme diferencia que los separaba del otro lado de la cultura profundamente dividida de Austria, hasta que fue demasiado tarde y la Viena Roja se volvió la Viena de la ocupación nazi.

Aún de acuerdo con la historiadora, en 1918, en el Congreso en Budapest, reforzado con la publicación ya mencionada del año siguiente, Freud se posiciona de una manera que impactó toda la 1ª y 2ª generaciones de psicoanalistas en términos de llevarlos al campo social. En el Congreso, hace un discurso en el que mapea una serie de nuevos caminos que el psicoanálisis debería adoptar ante los cambios del post 1ª gran guerra. Siendo así, Freud alerta que el psicoanálisis no podría quedarse fuera del movimiento de gran movilización social de la época, corriendo el riesgo de no sobrevivir. Anuncia en Budapest su posición de repensar el proceso terapéutico hasta aquel momento defendido, para ampliar la asistencia masiva. Esa actitud se alinearía a los objetivos de transformación de Europa de restaurar la individualidad y la participación social preconizadas pela estructuración de la ideología modernista de política de bienestar social. Por tanto, su actitud resultó de una reflexión personal y de circunstancias históricas que conllevaron a repensar el papel de los profesionales de salud a las necesidades humanas. A partir de 1918, Freud incentivó los más diferentes dispositivos de prácticas en diferentes campos sociales y de interferencia en políticas públicas (educación, niños de la calle y abandonados, abrigos, jóvenes empobrecidos, jóvenes embarazadas etc.). Freud mantenía su trabajo definido tanto por el ambiente social como por la investigación individual y por los ideales del derecho y responsabilidad sociales. Fue en ese período entre guerras que se crearon las clínicas de los institutos de formación y otras privadas y públicas que se extendieron a 12 ciudades (Berlín, Viena, Frankfurt, Trieste, Moscú, Londres, etc.). La metapsicología se ponía a prueba en las clínicas públicas entre 1918 y 1938, pero la autora de esa importante investigación histórica dice que, en ese período, había mucho debate sobre cómo abordar las cuestiones y la construcción de diferentes dispositivos, pero en ningún momento esos primeros psicoanalistas dudaban de que estaban de acuerdo en cuanto al rigor psicoanalítico defendido por el propio Freud.

Entre ese grupo de analistas que participaron en ese movimiento entre guerras, -y muchos de ellos han creado esas clínicas gratuitas-, estaban Erick Erikson, Erick Fromm, Karen Horney, Bruno Bettelheim, Alfred Adler, Melanie Klein, Anna Freud, Franz Alexander, Annie Reich, Wilhelm Reich, Sándor Ferenczi, Edith Jacobson, Otto Fenichel, Helen Deutsch, Alice Balint, Ernest Jones, Frieda Fromm-Reichmann, Hermann Nunberg, Rudolf Loewenstein, Martin Grotjahn etc. Según Danto, algunos de ellos cargaron la antorcha del progresismo y otros la enterraron.

Personaje importante en el movimiento psicoanalítico, Ernest Jones también tuvo su papel aquí. La investigadora recuerda que Ernest Jones creó la clínica pública de psicoanálisis en Londres, a pesar de mantenerse en reserva sobre el proyecto. En 1926, escribió a Freud por ocasión de la inauguración de la clínica “en tus opiniones políticas privadas puedes ser un bolchevique, pero no ayudarías a difundir el psicoanálisis si lo anunciaras en público”. Jones se pone alineado a la tradición conservadora, pero se mantiene fiel amigo de Freud y, en Londres, lucha por el establecimiento del psicoanálisis en la postguerra.

Tras la ascensión del nazismo, la clínica de Berlín sufrió una “limpieza”, deshaciéndose de los psicoanalistas judíos; la de Viena la cerraron cuando Hitler ocupó Austria.  Con el exilio forzado, muchos psicoanalistas fueron a EEUU, otros a Inglaterra y algunos a Argentina. Los psicoanalistas que llegaban a los EEUU sufrían el prejuicio por ser comunistas, raros y mentalmente distorsionados. Otto Fenichel que, al salir de Viena fue a Praga, después a Oslo y, por fin, a California, tuvo un papel importante al mantener la antorcha progresiva a través del Círculo Psicoanalítico Socialista hasta su muerte en 1946. Marie Langer, Pichon-Rivière y Angel Garma, que tenían relación con al Círculo de Fenichel, se dirigieron a Argentina.

En la década de 50, algunos médicos brasileños fueron a Argentina para hacer su formación de psicoanalista en el Instituto de Buenos Aires con esos pioneros. Ese movimiento forma parte de la historia y divulgación del psicoanálisis en Rio de Janeiro y en São Paulo. Durante la dictadura argentina (1966-1973), muchos psicoanalistas vinieron a Brasil (a pesar de que aquí también vivíamos una dictadura militar de 1964-1985) e influenciaron nuestras prácticas psicoanalíticas.

A su vez, Ernest Jones mantuvo una gran influencia en la dirección de la IPA, favoreciendo la imagen apolítica de Freud. No se trata de demonizar a Jones, pero él pasa a la historia del psicoanálisis como representante de esa ideología apolítica, que consideraba necesaria para la supervivencia del movimiento psicoanalítico. Sin embargo, de a poco la historia de Freud en la participación en el ambiente político resurge. Danto dice que “aunque Freud fuera tradicional en su conducta personal y dudara del materialismo, su afiliación con la socialdemocracia puede leerse a lo largo del “Malestar en la cultura” y la forma como veía la comunidad como una ratificación de una plataforma democrática moderna, donde la comunidad no es coerción totalitaria y no impide la consciencia del individuo.

La política, bajo el comando directo de Ernest Jones y después por la tradición ideológica apolítica, se mantuvo hegemónica durante algunas décadas. Sin embargo, de a poco, ese panorama fue cambiando en las últimas décadas. El viento progresista abrió espacio a la posibilidad de cambios internos en la IPA, que incluyeron la actual valorización y premiación de trabajos off the couch, en los que TRAVESSIA tuvo el reconocimiento institucional junto con otros proyectos también premiados y tantos otros que merecen nuestro reconocimiento. 

PARA FINALIZAR

Defiendo una opción institucional de una formación basada en el principio de autonomía y de libertad pedagógica para que nuestra institución se alinee al principio libertario del pensamiento psicoanalítico y que se encuentre comprometida con las demandas clínicas de la actualidad. Sólo así podremos preservar el frescor de investigaciones psicoanalíticas y prácticas en el setting convencional y en los alternativos. Precisamos más que nunca fortalecer asociaciones institucionales para una mayor participación en el movimiento de salud mental del país y responder institucionalmente a nuestra responsabilidad social (la SBPRJ es una institución de utilidad pública).

Haciéndole coro a ello, Marco Fernandes y Rafael Alves Lima, en el postfacio del libro de Danto en portugués, realzan que la posición política del hacer psicoanalítico, inaugurada por Freud, quedó durante décadas olvidada, prevaleciendo la orientación de que los psicoanalistas se alejen de toda discusión extra psíquica considerada políticamente subversiva. Hoy, podemos sentirnos en una posición más cómoda con la seguridad de la compañía del propio Freud.

No tengo la fórmula para realizar la construcción de todos los elementos que componen lo que considero importante y pertinente para la formación psicoanalítica; apenas creo en algunos principios y necesidades que busco seguir en la actual función docente que ocupo en nuestro Instituto. Tengo también a ofrecer la experiencia de TRAVESSIA como posible inspiración a otros trabajos en la misma dirección. Son prácticas realizadas por corazones y mentes que “tienen la extraña manía de tener fe en la vida”[2].

Siempre es bueno tener el reconocimiento de nuestras elecciones. Así fue cuando el esfuerzo para la manutención de TRAVESSIA pudo ser valorado y, como nos dice Jorge Broide, en el prefacio del libro de Danto, “rescatado de un pasado que es nuestro y no lo sabíamos, y que nos saca de una soledad y de un aislamiento en el que hemos vivido durante tantos años en el propio medio psicoanalítico. Ese rescate nos ayuda a encontrar los caminos de nuestra trayectoria que estaban presentes de forma fragmentada y muchas veces sin palabras”. Considero y defiendo la experiencia de trabajos como el de TRAVESSIA como recurso en un formación analítica por su carácter de investigación conceptual, por su articulación con otros saberes y diferentes lenguajes artísticas, por ser una práctica que, al asistir poblaciones traumatizadas por diferentes factores en settings variados, expone al analista a moverse hacia la radicalidad del desconocimiento del otro y al ejercicio de la libertad creativa a través de un terreno fragmentado. En otras palabras, la educación/transmisión ocurriendo por la práctica que, a su vez, resignifica la teoría.

En ese sentido, prácticas como las de TRAVESSIA son consideradas herederas de ese psicoanálisis que ha sido olvidado durante décadas, pero afirmado por Freud. Y, aunque no lo fuera, siguiendo nuestra línea de que la tradición no es algo que deba paralizar el presente e impedir cambios en el futuro, los enormes desafíos que la contemporaneidad nos presenta, tanto en el plan de la clínica individual como en el de la actuación off the couch, nosimponen una discusión sobre qué profesionales deseamos formar.


[1] Caçador de mim- Milton Nascimento

[2] Maria, Maria – Milton Nascimento

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